El hombre que está solo espera mirando al este.
Al fondo Puerto Madero, y junto a él la gente que pasa mientras un grupo de chicas observa.
Un pequeño instante en la vida de la ciudad.
Un chalet en una esquina muy particular por su tamaño terminando en punta descendente.
Sobresale por su colorido frente de techos a dos aguas y su florido jardín al frente. Esta arquitectura muy de Mar del Plata contrasta con la edificación a sus espaldas, tanto en altura como en estilo.
A sólo pocos metros del mar la esquina llama la atención al turista, yo no fui la excepción.
El verano tiene sus cosas y una de ellas es las vacaciones y con ella el tiempo libre. Disfrutar del ocio, el descanso y el alejamiento de las tóxicas experiencias de la vida cotidiana. Nos permite relajarnos y pensar. Podemos detenernos en observar los detalles de las cosas que antes no reparábamos. En fin en épocas de vacaciones todo toma otro color, otra dimensión y felices los que podemos gozar de ellas. La imagen esta tomada en la playa -una del centro- en un día soleado, dos chicas armando una cancha y dispuestas a jugar mano a mano su deporte favorito. Una instantánea, una pequeñísima parte de sus vidas que queda congelada y perdurará, espero, para siempre. Magia de la fotografía. Tomada desde un puente en picado y con una focal de 50 mm que nos aleja al sujeto y nos permite una mayor profundidad de campo y una mejor composición.
El arte callejero no es un arte menor y esto lo certifica este músico- del cual no se su nombre-que es de alguna provincia del norte del país con su gracia y su técnica como músico. La gente lo agradece y se ve como se involucra con el espectáculo acompañándolo con sus palmas y sus gritos. Esta foto trata de hacerle justicia y el blanco y negro me parece que lo resalta. Un paisaje donde la gente es extremadamente protagonista con el sujeto destacándose sobre el resto que aparece desdibujado, pero que su presencia se nota. El viñeteado realza la figura del guitarrista, acentuado su despegue del fondo.