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martes, diciembre 27, 2011

FOTOS.

PALOMAS

Paloma 



En la pileta.



Sola, solita al borde de la pileta la encontré un día soleado, casi fresco teniendo en cuenta que estamos en verano.
Enseguida congeniamos, no tuvimos ni un sí ni un no, todo fue placentero.
Solo nos contemplamos en silencio como dos cómplices después de  alguna fechoría.






 


Me mira





De pronto me mira, hay algo raro en sus ojos.
Siento como si algo se quebrara.
El silencio reinante ha sido modificado por la gélida mirada.
Se rompió el hechizo, luego casi sin hacer ruido me fui alejando despacito, despacito. . .


Posted by Picasa

viernes, marzo 06, 2009

SOLA . .(Espera)

Sola, quieta, impávida, espera.
¿Espera o sueña?





Paloma sentada en una peqwueña ventana
Sola, entre tres paredes y una gran ventana que le sirven de refugio.
Quizás espere algun amor que ya no está, y sueñe con el regreso.
Esperanza de ser lo que anhela y el dolor de nunca ser.

miércoles, enero 14, 2009

NOCTURNO

Silueta al atardecer de una paloma en una rama.


Una noche,
una noche toda llena de murmullos, de perfumes y de músicas de alas;
una noche
en que ardían en la sombra nupcial y húmeda las luciernagas fantásticas,
a mi lado, lentamente, contra mi ceñida toda, muda y pálida,
como si un presentimiento de amarguras infinitas
hasta el más secreto fondo de las fibras te agitara,
por la senda florecida que atraviesa la llanura,
caminabas;
y la luna llena
por los cielos azulados, infinitos y profundos, esparcía su luz blanca.

Y tu sombra,
fina y lánguida,
y mi sombra,
por los rayos de la luna proyectadas,
sobre las arenas tristes
de la senda se juntaban,
y eran una,
y eran una,
y eran una sola sombra larga,
y eran una sola sombra larga,
y eran una sola sombra larga...

Esta noche,
sólo, el alma
llena de las infinitas amarguras y agonías de tu muerte,
separado de ti misma por el tiempo, por la tumba y la distancia,
por el infinito negro
donde nuestra voz no alcanza,
mudo y sólo,
por la senda caminaba...
Y se oían los ladridos de los perros a la luna,
a la luna pálida,
y el chirrido
de las ranas...

Sentí frío. Era el frío que tenían en tu alcoba
tus mejillas y tus sienes y tus manos adoradas,
entre las blancuras níveas
de las mortuorias sábanas.
Era el frío del sepulcro, era el hielo de la muerte,
era el frío de la nada.
Y mi sombra
por los rayos de la luna proyectada,
iba sola,
iba sola,
iba sola por la estepa solitaria;
y tu sombra, esbelta y ágil,
fina y lánguida,
como en esa noche tibia de la muerta primavera,
como en esa noche llena de murmullos, de perfumes y de músicas de alas,
se acercó y marchó con ella,
se acercó y marchó con ella,
se acercó y marchó con ella...
¡Oh las sombras enlazadas!
¡Oh las sombras de los cuerpos que se juntan con las sombras de las almas!
¡Oh las sombras que se buscan en las noches de tristezas y de lágrimas!
José Asunción Silva

Colombiano
(1865-1896)

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