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jueves, mayo 29, 2025

Gente que anda

Árbol en la plaza frente a la catederal de Mar mdel Plata

Raíces


UN perrito simpático junto a una joven en Recoleta

Curioso


Joven en bicicletam pedaleando sin las manos en el manubrio.

Sin manos


 

Salir a caminar por la ciudad es como sumergirse en una obra en movimiento. Nada está quieto. Todo vibra. En estas tres fotos en blanco y negro, la calle no es un simple escenario: es el alma misma de cada imagen.

La primera foto muestra una peatonal llena de gente en Mar del Plata. Algunos caminan con paso firme, otros se detienen a charlar, a mirar vidrieras o simplemente a estar. Los árboles parecen abrazar la escena, como si fueran testigos de un ritmo que no se detiene. Hay algo cotidiano y, a la vez, profundamente poético en ver cómo compartimos el espacio público, cómo nos cruzamos sin conocernos, cómo formamos parte de una coreografía invisible.

En la segunda imagen tomada en Recoleta, una joven se sienta en el cordón de la vereda, acompañada por su perro. Ella mira hacia un costado, pensativa. Él, atento, parece cuidar la escena. Es un momento de pausa en medio del movimiento. Una postal sencilla que nos recuerda que también hay lugar para detenerse, para observar, para respirar en el vértigo de la ciudad.

La última foto capta a un chico en bicicleta, pedaleando sin manos, con una seguridad y una frescura que contagian. Parece flotar. Al fondo, unas personas conversan sentadas, quizás tomando mate. La vida urbana no siempre es prisa y ruido: también tiene sus momentos de juego, de libertad, de tiempo compartido.

Estas fotos hablan de nosotros. De los que caminan, los que se detienen, los que pedalean. De la gente común, con sus rutinas, sus gestos y sus pequeñas historias que, aunque no se cuenten, se adivinan. El blanco y negro les da una unidad, las despega del tiempo. Podrían haber sido tomadas ayer, o hace veinte años. Lo importante es que están vivas.

Este post es un pequeño homenaje a eso que a veces damos por hecho: la presencia de los otros. Porque mirar la ciudad también es mirarnos a nosotros mismos.