En la serie de tres fotografías que conforman esta entrada, se despliega un diálogo entre la naturaleza, la ciudad, y la fuerza imparable del mar. A primera vista, estas imágenes parecen no tener relación directa entre sí, pues cada una representa una escena muy diferente: una basílica imponente en medio de una ciudad histórica, un grupo de vacas pastando tranquilamente en el campo, y el mar rompiendo su fuerza contra un espigón. Sin embargo, un análisis más profundo nos invita a descubrir un hilo invisible que las conecta: la presencia constante de los elementos naturales y su interacción con la obra humana.
1. La Basílica del Pilar desde la Plazoleta Chabuca Granda:
Esta primera imagen nos sumerge en el corazón de la ciudad, pero no cualquier ciudad. La Basílica del Pilar, con su estilo arquitectónico barroco-colonial, se erige majestuosa bajo un cielo pintado de nubes, como si la estructura buscara alcanzar lo divino. Desde la plazoleta Chabuca Granda, el encuadre sugiere no solo la relevancia histórica y cultural de este edificio, sino también su integración armoniosa con el entorno natural. Las nubes, que parecen flotar en un ballet celestial, actúan como un puente entre lo terreno y lo etéreo, subrayando la relación simbólica entre la construcción humana y la inmensidad del cielo.