Paseando Un fin de semana cualquiera en la gran ciudad, tomados de la mano recorremos los paseos cercanos. El frenesí semanal se aplaca y la ciudad bosteza en una ambiente de calma como preparándose al descanso reparador de una larga siesta. El infernal ruido ha desaparecido, las emergencias se tomaron un respiro y mudas están las sirenas, el smog ha perdido vigor y se ha ido desdibujando hasta perderse quien sabe adonde. Casi no hay gente, pocos colectivos y menos coches de alquiler circulando por las calles. Caminamos despacio, calladamente y observamos lo que se nos presenta ante nuestros ojos. Cosas que están siempre ahí y no vemos, no porque no las miremos sino porque miramos sin ver. El torbellino en que estamos insertos durante los previos días es tal que nadie se detiene un sólo segundo para observar el paisaje que nos muestra la ciudad. El ajetreado ciudadano deambula exigido por ir a ó venir de a cualquiera sea su destino. La velocid...
Una mirada poética a la vida urbana y cotidiana