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Entradas

Mostrando las entradas de noviembre, 2009

Policromía

Paseando Un fin de semana cualquiera en la gran ciudad, tomados de la mano recorremos los paseos cercanos. El frenesí semanal se aplaca y la ciudad bosteza en una ambiente de calma como preparándose al descanso reparador de una larga siesta. El infernal ruido ha desaparecido, las emergencias se tomaron un respiro y mudas están las sirenas, el smog ha perdido vigor y se ha ido desdibujando hasta perderse quien sabe adonde. Casi no hay gente, pocos colectivos y menos coches de alquiler circulando por las calles. Caminamos despacio, calladamente y observamos lo que se nos presenta ante nuestros ojos. Cosas que están siempre ahí y no vemos, no porque no las miremos sino porque miramos sin ver. El torbellino en que estamos insertos durante los previos días es tal que nadie se detiene un sólo segundo para observar el paisaje que nos muestra la ciudad. El ajetreado ciudadano deambula exigido por ir a ó venir de a cualquiera sea su destino.  La velocid...

Verde Primavera

Esperar sin esperanza Como todas las tardes te espero, me ilusiono, me imagino tu sonrisa, tus delgadas piernas, tus sutiles pasos, hacia mí tus brazos extendidos. Pelo al viento, flotando tu vestido, la alegría viva en tus ojos, brillante, etérea, vienes a mí, como antes, te espero con ansias, pero te disfumas, y quedo solo en mi soledad. Sueño, espejismo, mi necesidad de ti, no sé, no me acostumbro al vacío, me miento siempre y siempre creo, aguardando tu regreso confío . Aunque sé que es imposible, intacta mi ilusión se revela, terrible agonía la mía, la de esperar sin esperanza, sigo aquí y tozudo te espero. El viejo árbol, fiel amigo, ha permutado el ocre del otoño por el verde primavera. Bajo su amparo imaginamos nuestro mundo , él creció y nuestros sueños murieron.

El gato negro

Lucifer Fui solo, nadie quiso acompañarme, llegué de día, un colchón de hojas secas daban la bienvenida, Cada pisada un ruido seco, rasgado y escalofriante. Se notaba el abandono, abrí una ventana para dar luz a la amplia habitación central de la casa. La chimenea ocupaba el dentro de la pared y sobre ella un cuaderno. La curiosidad me llevó a tomarlo, llevé una silla junto a la ventana y comencé a hojear lo que parecía un diario personal. Narraba la vida de los últimos moradores, el polvo que cubría las hojas me provocaba alergia y me hacía estornudar. Lo empecé a leer superficialmente y me enganché con lo escrito casi al final. " Todo comenzó con la llegada del invierno del año del Señor de 1940, el frío intenso y la llegada del gato lastimado vinieron de la mano. Primero fue el Ernesto que se descompuso y comenzó a tener dolores muy fuertes, el mal tiempo impidió que fuera atendido en el hospital del pueblo, así que recibió como única ayuda, los servicios del viejo médico ya re...