Blanca y radiante.
La noche con su manto la fue envolviendo,
primero tenue y luego cada vez más denso.
La brisa nocturna aliviaba la agobiante atmósfera.
Un pequeño pero cálido rayo de luz se filtró en las tinieblas,
la pureza de la nívea corola quedó al descubierto,
un destello replicado impactó en la retina
y se esparció en mí.
Su belleza al descubierto y yo, solo yo para admirarla.
Un privilegio que aún hoy me sigue conmoviendo.
No sé porque, si solo era un jazmín.
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