Flores.
Mi infancia la pasé en la Casa de mi abuelo junto con mi madre.
Ocupaba gran parte de la manzana centrada en una esquina de la cuadra en forma de ele con una galería que la comunicaba al patio y este lindaba con un terreno que contenía un galpón de zinc a adosado a su lado el gallinero techado.
Pegadito al gallinero se situaba un viejo paraíso cuya altura lo sobrepasaba.
En las tardes a la hora de la siesta era mi refugio al que llegaba trepándome desde el techo del gallinero.
Era el albergue de un niño solitario que echaba a volar su imaginación pasándose mucho tiempo entre héroes y villanos.
Recuerdo también que utilizaba sus ramas en la confección de arcos y flechas las que utilizaba en mis juegos.
Lo recuerdo con cariño y hoy al verlo en otro lugar, en otro tiempo y en otra ciudad la nostalgia de aquellos momentos vuelve a mí.
No hay comentarios.:
Publicar un comentario
Gracias por visitar mi blog y pasar parte de tu precioso tiempo conmigo.
Tu crítica me interesa. Anímate y opina.
Un abrazo