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Una pequeña caminata por el Barrio de La Recoleta me sirvió para apreciar esos espacios verdes plenos de sol y colores.
Es divertido pasear disfrutando de un aire más puro, un sol que templa el ambiente y detenernos a apreciar lo que se ofrece a nuestros ojos.
Eso que está siempre allí y que por diversos motivos no nos damos cuenta de su grandeza.
Grandeza que acomoda al espíritu un poco desgastado por el cotidiano esfuerzo que significa vivir en la gran Ciudad.