Es un sentimiento que pareciera agotarse. Es como ver esfumarse años vividos al eco de su música, el gorjeo de sus cantores y el canyengue de las parejas.
De ser la máxima expresión del sentimiento ciudadano va rumbo a un ostracismo con destino extranjero.
En mi juventud el Tango nos acompañaba continuamente en la radio, en el cine y los bailes. Crecíamos a su compás, amando su poesía y su música.
Debo confesar que la danza no era lo mío, era muy compleja y solo me gustaba presenciar a aquellos que lo hacían bien.
El tiempo fue pasando, ritmos foráneos fueron ganando espacio en los medios y consecuentemente con ello nuestro tango fue apagándose de a poco, perdiendo presencia en radio, televisión y cine .
Solo quedan los nostálgicos amantes de la música, los cantores y los bailarines hoy tratando de modernizarse, transformando la danza en una especie de juegos acrobáticos, para cautivar al turismo foráneo.
Poco o casi nada se hace para sacarlo del olvido.
Rescatamos el campeonato mundial que organiza la Ciudad de Buenos Aires, es algo importante a nivel universal, pero hace falta más.
Ese más es que vuelva a renacer entre la gente, en las calles, las casas , en los días y en las noches.
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