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Rejas.
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La bicicleta descansa sobriamente recostada sobre la pared. El perrito mira lo que pasa afuera interesado por el bullicio que proviene de allá abajo.
El balcón protegido por rejas: a la baranda original de protección, ante una posible caída, se le suma otra más reciente fruto del temor ciudadano a un ataque externo.
La libertad no es libre, podría decirse . Estamos privados de ella por nuestros miedos ocasionados por una realidad y nos encerramos preventivamente.
La inseguridad va en aumento,lo que transforma los temores en una obsesión patológica.
Las rejas dan la seguridad que el estado no provee. Nos tranquilizan, impiden la paranoia de pensar en ser asaltados, desvalijados y vejados.
A pesar de esto la vida en la ciudad es hermosa, llena de cosas buenas, cómodas, prácticas y que de saberlas aprovechar pueden hacernos la vida muy llevadera hasta feliz diría yo.
La ciudad es proveedora de trabajo no solo para sus habitantes sino también a millones de personas de otros pueblos y ciudades cercanas.
Te brinda educación con muchísimas escuelas tanto públicas como privada excelentes universidades que cubre casi todos los campos del saber.