miércoles, noviembre 25, 2009

Policromía


Paseando


Un fin de semana cualquiera en la gran ciudad, tomados de la mano recorremos los paseos cercanos.


El frenesí semanal se aplaca y la ciudad bosteza en una ambiente de calma como preparándose al descanso reparador de una larga siesta.


El infernal ruido ha desaparecido, las emergencias se tomaron un respiro y mudas están las sirenas, el smog ha perdido vigor y se ha ido desdibujando hasta perderse quien sabe adonde.

Casi no hay gente, pocos colectivos y menos coches de alquiler circulando por las calles.


Caminamos despacio, calladamente y observamos lo que se nos presenta ante nuestros ojos.


Cosas que están siempre ahí y no vemos, no porque no las miremos sino porque miramos sin ver.


El torbellino en que estamos insertos durante los previos días es tal que nadie se detiene un sólo segundo para observar el paisaje que nos muestra la ciudad.


El ajetreado ciudadano deambula exigido por ir a ó venir de a cualquiera sea su destino. 


La velocidad es primordial, estar antes en la fila de la parada del colectivo, en el andén del tren ó subte, subir primero o bajar primero es casi diríamos cosa de vida o muerte, donde los apretones, empellones, colisiones, y algunas riñas son el alimento diario al estrés galopante que se padece en los días laborables.


Pero hoy es domingo y paseamos de la mano, conversando bajito, sin prisa , disfrutando del tiempo y del panorama que descubrimos como algo mágico.


Si prestamos atención y nos concentramos quizás podamos oír el ruido del silencio, sentimos la tranquilidad del ambiente y nos deleitamos con eso.


Nos detenemos reiteradamente a observar y descubrimos formas nuevas y los colores se hacen más vivos, más intensos que deslumbran nuestras retinas.


La policromía del panorama nos embarga y nos transporta a nuestros recuerdos más hermosos.


Recuerdo cuando niño cono anhelaba ver después de la lluvia el arco iris, como me extasiaba esa visión en el cielo y lo alegre que me ponía, era una pequeña muestra de felicidad.


¿Esta colorida imagen es real, es verdadera ó simplemente es una ilusión ?


Tal vez nuestra dicha nos haga ver las cosas de esta manera; un reflejo del alma gratificada que desborda.


viernes, noviembre 13, 2009

Verde Primavera


Esperar sin esperanza




Como todas las tardes te espero,
me ilusiono, me imagino tu sonrisa,
tus delgadas piernas, tus sutiles pasos,
hacia mí tus brazos extendidos.

Pelo al viento, flotando tu vestido,
la alegría viva en tus ojos,
brillante, etérea, vienes a mí, como antes,
te espero con ansias, pero te disfumas,
y quedo solo en mi soledad.

Sueño, espejismo, mi necesidad de ti,
no sé, no me acostumbro al vacío,
me miento siempre y siempre creo,
aguardando tu regreso confío .

Aunque sé que es imposible,
intacta mi ilusión se revela,
terrible agonía la mía,
la de esperar sin esperanza,
sigo aquí y tozudo te espero.

El viejo árbol, fiel amigo, ha permutado
el ocre del otoño por el verde primavera.
Bajo su amparo imaginamos nuestro mundo ,
él creció y nuestros sueños murieron.

martes, noviembre 03, 2009

El gato negro



Lucifer


Fui solo, nadie quiso acompañarme, llegué de día, un colchón de hojas secas daban la bienvenida,
Cada pisada un ruido seco, rasgado y escalofriante.
Se notaba el abandono, abrí una ventana para dar luz a la amplia habitación central de la casa.
La chimenea ocupaba el dentro de la pared y sobre ella un cuaderno.
La curiosidad me llevó a tomarlo, llevé una silla junto a la ventana y comencé a hojear lo que parecía un diario personal.
Narraba la vida de los últimos moradores, el polvo que cubría las hojas me provocaba alergia y me hacía estornudar.
Lo empecé a leer superficialmente y me enganché con lo escrito casi al final.

" Todo comenzó con la llegada del invierno del año del Señor de 1940, el frío intenso y la llegada del gato lastimado vinieron de la mano.
Primero fue el Ernesto que se descompuso y comenzó a tener dolores muy fuertes, el mal tiempo impidió que fuera atendido en el hospital del pueblo, así que recibió como única ayuda, los servicios del viejo médico ya retirado Dr. Monteagudo.
Después le tocó el turno a Salustiano el hijo de la Ñata de solo quince años.
A diferencia del Ernesto no tuvo dolores sino vómitos y convoluciones y puso ser llevado al hospital.
Por último El viejo Lucas, casero de esta casa, se contagió de una extraña enfermedad que le producía desvaríos y enajenación de la conciencia."

Seguían unas hojas casi ilegibles que salté y fui casi al final.


"Hoy solo quedo yo, estoy algo viejo no tengo ganas de comer y solo bebo alguna copa de vino que me queda de la última cosecha.
Siento que se me agudizaron los sentidos, por las noches oigo el ruido del silencio, veo los fantasmas que deambulan sin rumbo, escucho el maullido de gatos a la distancia y veo lo que otros no ven aún en la oscuridad
."


Al dar vuelta la hoja el texto está ilegible, borroso como si se hubiera mojado con algún líquido que había coloreado el papel con un color rojo-marrón pálido.
Continúo leyendo desde donde se hace más legible, a pesar de que la letra a cambiado y los rasgos son más débiles y pareciera que el pulso le temblara:

"Que es el miedo? siempre me lo pregunté y no obtuve respuesta hasta hoy. Miedo, espanto, susto, temor, palabras sin sentido para mí,que cobran en este momento vida y se agigantan segundo a segundo.
No me atrevo a salir de la casa, casi no puedo caminar, me faltan las fuerzas, no siento mi aliento , no puedo dormir, no sé cuando fue la última vez que comí .
A veces me mareo , me duele el cráneo y se me nubla la visión. Estoy solo y sin ayuda, esto alimenta el miedo y lo convierte en terror.
Sé que no debo dejar de escribir; debo advertir de lo que está pasando para que otros puedan ser salvados.
Mi visión se resquebraja, me fallan las manos, he envejecido diez años en estos últimos días, no doy más.
Señor apiádate de mi alma, quise ser un hombre bueno y él se aprovecho de mí .Vio mi debilidad y la aprovechó, hizo que lo recibiera en la casa y curara sus heridas, demonio disfrazado de animalito desvalido y vulnerable.
No tengo dudas, él es el culpable de los males que padecimos. Lo he visto y me fijé en su mirada, es la mirada de un felino carnicero, la cara de Lucifer.
Percibo su llegada, huelo su aroma a azufre y sé que está en la casa. Lo sé aunque no lo vea.
Me asfixio, duele. . . "

Se termina el relato, le siguen hojas en blanco que contrastan con el amarillento color de las hojas anteriores.
No me impresionó, he leído novelas de terror más impactantes y no creo en nada esas tonterías de demonios, brujas y diablos.

Lo que me da un poco de escozor es el ambiente tétrico del lugar y la noche , esa oscuridad que oculta las peores cosas como las simples y simpáticas.
Sentí algo de frío, era solo una sensación ?
Me atrae la atención un ruido proveniente de la ventana, tomo la linterna, la enciendo y apunto a esa dirección y lo veo.
Como dos faroles, sus ojos abiertos y rutilantes, reclamando sumisión, mirándome. Erguido y altanero imponiendo su presencia.
Petrificado del susto por un momento, perdí el aliento. Luego me repuse, tomé mis cosas y salí rápidamente de la casa, sin mirar atrás.


jueves, octubre 29, 2009

Nuestro último café

DETRÁS DEL VENTANAL






No hay olvido


Nuestra última cita, solo para charlar,
nada más? y después qué?
la excusa un café, para no adormilar,
el lugar era frío, nada acogedor,
como presintiendo el final.

Te sentaste frente a mí, no a mi lado,
tu boca. . .
esa boca que mil veces he besado,
balbuceó unas palabras,
yo absorto te miraba y no entendía.

El negro azabache de tu pelo,
resaltando tus bellos ojos,
imperceptible tu mentón se estremecía,
y tu cutis sonrojado no por amor abrasado,
sino por desconocida pesadumbre,
debieron prevenirme.

La luz y los sonidos se eclipsaron
esfumáronse las imágenes,
una sigilosa azafata dejó humeantes cafés,
y no lo notamos.

Te miraba sin ver, te escuchaba sin oír.
Mientras un vacío enorme se adueñaba de mí,
frío y calor juntos aceleraban mi corazón
quise tocarte, abrazarte,no pude, te deje ir.

Te fuiste, así de repente y quedé solo,
sin reacción, ahogado en mi congoja,
hueco por dentro y mi amor destrozado.

Recorrió mi espalda un frío sudor,
rostro y pecho empapáronse,
tomé el pañuelo y me seque los ojos,
ciclópeo, observándome detrás del ventanal,
lívido y avergonzado bajé la vista.

De pronto, a través del cristal
un haz de luz se coló y alumbró la mesa;
el gigante me sonreía,
sosegó mi espíritu y encauzó mi corazón.

Fue un soplo de vida que se adentro en mí,
volvió la sangre a fluir liberando mis músculos,
se relajó mi alma, sentí alivio y sonreí.

En se momento supe que, a pesar de todo ,
un gran dolor y una gran herida,
perduraran remotamente cicatrizados
en la conciencia muy lejos del corazón.

3 fotos: Tierra, Agua y Cielo: La Conexión Invisible entre lo Urbano y lo Natural

En la serie de tres fotografías que conforman esta entrada, se despliega un diálogo entre la naturaleza, la ciudad, y la fuerza imparab...