lunes, abril 28, 2025

Dura Realidad

En las grandes ciudades, hay realidades que solemos pasar de largo. Historias que se tejen en silencio, entre cartones y miradas esquivas. Esta fotografía captura uno de esos momentos invisibles: un joven cartonero detenido frente a una vidriera que le muestra, casi como una burla, aquello que parece inalcanzable.
Este relato busca poner en palabras esa escena, para que la indiferencia no nos gane la memoria.

Joven con su carro cartonero detenido mirando una vidriera, ignorado por la gente

Esfuerzo e ilusión

El joven detuvo su carro al borde de la vereda, como si una fuerza invisible lo obligara a frenar. El vehículo improvisado, construido a partir de retazos de cartón y hierros gastados, parecía un barco a la deriva varado en medio del asfalto. Desde allí, sus ojos se clavaron en la vidriera de un local brillante y moderno, donde zapatos nuevos y caros descansaban sobre estantes pulcros, ajenos al ruido de las calles.

Era temprano todavía, pero ya había recorrido varias cuadras juntando cartones, plásticos y todo aquello que pudiera convertirse en unas pocas monedas. Su camiseta roja, desteñida y grande para su cuerpo flaco, contrastaba con la prolijidad de los transeúntes que pasaban a su lado sin mirarlo, sin detenerse siquiera a registrar su existencia. Como si fuera parte del paisaje urbano, como si el dolor tuviera la propiedad de hacerse invisible.

Mientras ajustaba la gorra de lana sobre su cabeza, pensaba en sus pies, gastados dentro de unas zapatillas que apenas conservaban la forma. Imaginó, por un momento, cómo sería caminar sin sentir el frío o la humedad calándole los dedos, cómo sería cruzar esa puerta de vidrio y elegir, sin mirar precios, el par que más le gustara. Pero los sueños no pesan, y su carro, en cambio, sí. Tenía que seguir.

La gente seguía pasando. Un joven con mochila esquivó su carro sin mirarlo. Una mujer, más atrás, se cambió de vereda al verlo detenido. El chico apretó el puño. No por bronca, sino por impotencia. No era la primera vez que lo ignoraban, que lo esquivaban como si fuera un estorbo. Lo sabía: en esa parte de la ciudad, ser pobre era ser invisible.

Miró su carga: cajas vacías, bolsas arrugadas, pedazos de lo que otros habían desechado sin pensarlo. Allí estaba su trabajo, su sustento, su día a día. Cada pedazo de cartón era una batalla ganada contra el hambre, aunque a veces la guerra parecía interminable.

Finalmente, soltó el manubrio improvisado, respiró hondo y empujó su carro calle abajo, dejando atrás la vitrina, el brillo, y las miradas esquivas. Sabía que sus sueños no se compraban con cartón ni se cambiaban por lástima. Eran suyos, íntimos, pequeños fuegos que mantenían encendido algo más valioso que cualquier zapato nuevo: la esperanza.

A lo lejos, el tráfico y las bocinas marcaban el ritmo acelerado de la ciudad. Pero él avanzaba a su propio paso, lento pero firme, como quien sabe que cada paso, por pequeño que sea, es una declaración de resiste.

En lo que a mí respecta, admiro a los cartoneros, que le ponen el pecho a la adversidad -ese monstruo de varias caras-y a las inclemencias del tiempo (frío, lluvia, calor). Hay que ser muy fuerte y valiente para seguir en esas condiciones. 

jueves, marzo 13, 2025

Paisajes de Villaguay: Entre la Luz y la Tranquilidad

Paisaje campestre donde el verde del pasto se funde con el majestuoso atardecer

Atardecer en Villaguay


Paisaje rivereño en Gualeguay, la tranquilidad del rio

Paz en la tarde




Hoy comparto dos imágenes tomadas hace algunos años en Villaguay, Entre Ríos, dos escenas que capturan la esencia de su entorno natural.

La primera foto es de un atardecer vibrante, donde el cielo se ilumina con tonos dorados y azules mientras las nubes dibujan formas dramáticas. 

El verde pasto del primer plano con esos troncos de árboles talados como a propósito para que podamos ver con claridad las casas sobre el horizonte. La potencia del cielo le da más carácter al paisaje.

La segunda imagen  me transmite paz. El agua en reposo refleja el cielo sereno, con pequeñas boyas que añaden un punto de interés. Es una fotografía más pausada, casi meditativa, que invita a detenerse un momento y simplemente contemplar.

Cada una tiene su encanto: una es más intensa y dinámica, la otra más suave y apacible. ¿Cuál te transmite más sensaciones?

 

viernes, marzo 07, 2025

Bodegón Fotográfico: Rescate de Colores y Texturas

Fotos de duraznos maduros amontonados.

Esos duraznos


 

Una fuente con tomates en bodegón fotográfico

Esos tomates


En este espacio donde la fotografía y la memoria se entrelazan, surge este bodegón fotográfico, una composición que rescata imágenes casi olvidadas y les da nueva vida. Las fotos de estos duraznos y tomates, tomadas en algún momento del pasado, hoy revividas casi sin querer, ven la luz ahora con una fuerza renovada, destacando su vibrante color y la riqueza de sus texturas.


Cada imagen tiene su propia personalidad. Los duraznos, con sus tonos dorados y rojizos, evocan la calidez del verano, mientras que los tomates, dispuestos en una fuente con un fondo suavemente desenfocado, resaltan la frescura y la sencillez de lo cotidiano. 


Este post nace de la intención de rescatar fotografías que, de otro modo, podrían haber quedado en el olvido. Es un ejercicio de revalorización, de volver a mirar con nuevos ojos lo que alguna vez se capturó con la cámara. Porque en cada imagen, aún en las más simples, hay una historia, una emoción y una belleza que merece ser compartida.