ALEGORÍA
Ellas vuelan libremente,
suben, bajan, graciosamente se posan
en árboles, edificios y monumentos.
Atractivo de plazas y parques,
la desidia les dio ciudadanía.
Fachadas y monumentos
son sus víctimas inocentes.
Nos engañan con su docilidad,
inmóviles y apáticos monumentos
aceptan silenciosos su boñiga.
Inconscientes, ilusas, soñadoras,
defecan sin ton ni son,
inimputables por naturaleza.
Cuenta la raza humana
con ejemplares parecidos.
Simpáticos, sonrientes, manipuladores.
Lobos disfrazados de cordero.
Guarda con el que tenés al lado,
desconfiá de su amabilidad
e ingenuidad por querer saberlo todo.
Están en todas partes,
colegios, oficinas y fábricas.
Ladinos, farsantes y codiciosos,
camuflados tras fingida angelical sonrisa.
Calculador, trepar es su idea fija.
No sube escalones, los salta.
Se desinteresa en las cabezas que pisa
afanoso por llegar a la cima.
Bazofia humana, consciente de sus actos,
no invoca méritos, los birla al vecino.
Consecuente, bufón y alcahuete
del mandamás de turno.
Sus víctimas, monumentos al fin,
pagan caro su ingenuidad.
Tarde se dan cuenta y
ya no hay remedio.
No todo estará perdido
si oís la voz que resuena:
"Monumentos:
despertaos, abrid los ojos,
intuid a la paloma, actuad,
anticípense,
impedid que su suciedad os dañe"